Un Adiós Inesperado

Dedicado a las personas a las que nunca se les ha dedicado algo.

Esta noche la lluvia cae, creo que ha sido mi remuneración por armarme de valor, quizá he sido un poco descortés, tal vez un poco, fue inevitable para mí pero por primera vez en mi vida me sentí vivo, la sangre llegó a mi corazón seco, ¡ay mi pobre corazón! Una vez latió de más y se secó, fue una noche de agosto, llevaba puesto mi traje de “las ocasiones especiales”, no recuerdo muy bien si aquella noche era “una ocasión especial” pero lo fue, la noche era cálida; muy pocas veces en este pueblo se puede decir eso; caminaba la ruta de siempre, las calles estaban más solitarias que de costumbre pero no menos sucias, tenía muy poco tiempo que habían pintado los postes del alumbrado público pues podía olerse en el aire, la fuente de siempre y su caer de agua hacían pensar a uno que se encontraba cerca de una pequeña cascada pero la realidad era otra ya que me encontraba en el parque en el que solía jugar de niño, la casa de mi abuela quedaba tan cerca de él, he pensado regresar a él pero la nostalgia me consume y me mata pues nada será igual, solo el recuerdo nos permite ser iguales, me senté en una banca del viejo parque y me percaté que una lámpara estaba fallando; prendía y apagaba hasta que al fin se apagó, se dejó ganar por la obscuridad, cerré mis ojos y el sonido al fin pudo verse, era un sonido delicado lleno de sinceridad, estoy pensando en una locura, todo depende la frialdad de la locura, a mi lado estaba sentada una ilusión, el olor a jazmín sedujo mis sentidos, la tomé de la mano ¿qué podía suceder? Ambos giramos y me sentí niño otra vez, me detuve poco a poco y la miré a los ojos, eran color café como la miel, los grillos comenzaron a tocar una bella melodía, la invité a bailar, ¿cómo me atreví? Fue la pieza de los grillos a la cual no me pude resistir, abrí mis ojos, solo estaba la noche y las estrellas, fue ahí cuando mi corazón latió de más, ¡mi pobre corazón! Se enamoró de una ilusión, mi corazón, se dejó seducir por los ojos miel de agosto, traté de olvidar aquella noche pero no pude, cada vez que lo hago mi corazón da latidos mas mis latidos poco a poco desaparecen y mi corazón de hielo regresa, ha muerto; en ocasiones las más bellas palabras de amor se encuentran entre líneas pero siempre en las estrellas, pues las estrellas son ilusiones que iluminan las noches más obscuras del corazón. 

Hoy me levanté temprano, me puse el traje de “las ocasiones especiales” pues era el primer día de septiembre, me dirigí al viejo parque de mi infancia, el cielo tenía nubes de diferentes formas, decidí tomar asiento, en la banca de enfrente apreció una sonrisa, otra ilusión, me armé de valor, me levanté y me fui, sin embargo antes de irme miré el cielo y gracias a una nube comprendí dos cosas; la primera usar todos los días el traje de “las ocasiones especiales” y la segunda que quizá de un corazón roto de su otra mitad puede nacer otro.



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