El Despertar del Corazón

 "Que maravilloso día para ser feliz"

-¿Por qué esperar?- te preguntas como si nada estuviese a punto de suceder, quizás tienes miedo de que vuelva  a ocurrir lo mismo que la última vez, no lo sabes, pero ¿acaso una  vez es suficiente? Una persona te esta mirando, le miras a los ojos y puedes reconocer que son de ese color que tanto te gustan, bajas la mirada porque también te acaba de regalar una sonrisa y no lo puedes creer, -¿será posible?- vuelves a dudar que este sucediendo, sigues sin creer que esa persona siga después de tanto tiempo erizando tu piel cada vez que te mira a los ojos y de una manera casi descortés suelta esa sonrisa; te sientes la persona más estúpida del mundo, se suponía que ya le habías superado, pero al parecer es más difícil de lograrlo como tu creías, es como una plaga que regresará una y otra vez a ti por más esfuerzo humano que hagas por exterminarle; entonces todas esas veces que dijiste a tus amigos "ya le he superado, en verdad, ya no me interesa" fueron mentira y la respuesta de ellos "no te podemos creer" era una verdad que te negaste a escuchar, no lo habías superado; no sabes qué hacer, vuelves alzar tu mirada y su mirada cruza con la tuya y ni qué decir de su sonrisa, no quieres parecer una persona tonta enfrente de esos ojos así que le devuelves la sonrisa y te preguntas -¿cómo sucedió todo esto?- Y entonces recuerdas...

Hoy te despertaste más temprano y llegó a ti ese instinto de buscar cualquier reloj que te pudiera decir todo lo contrario, ignorabas que el objetivo verdadero de todo reloj es marcar la hora menos apropiada; eran las seis de la mañana de un sábado. Volteaste a buscar a esa persona con la que soñabas, esa persona por la que tu corazón latió un poco más; buscaste a una persona a la que sólo la muerte cuando es despistada le permite escapar y visitarte una vez más en tus sueños; buscaste pero no había nadie, sólo había una realidad en forma de melancolía. Como sí fuese una clase de necesidad suspiraste permaneciendo inmóvil y le  preguntaste al techo lo que tu corazón no te podía explicar, todo se encontraba tan silencioso como las bibliotecas por la noche; recordaste todos los errores que habías cometido en tu vida, las supuestas "experiencias" que te hicieron sufrir y que al final siempre te enseñaron a ser más feliz que el día anterior; pensaste que sería de ti mañana y te aterró la infinidad de posibilidades que te podrían suceder; te preguntaste qué sería de tu amigo del antiguo colegio del cual sólo queda el recuerdo en la fotografía de tu graduación, te cuestionaste tantas cosas y como una especie de recordatorio de que el tiempo es más caprichoso que cualquier persona escuchaste avanzar el segundero de plata de tu reloj, no se detuvo y volviste a mirarlo, marcaban las diez de la mañana, -es imposible- dijiste, pero al parecer pensar en el pasado hace que el tiempo avance más de prisa para que puedas comprender lo valioso que es el hoy y lo insignificante que ya es el ayer. Te levantaste de tu cama y decidiste tomar un baño para poder comenzar tu sábado de una manera presentable; al momento de vestirte elegiste tu ropa, zapatos y perfume favoritos, desconocías la razón por lo que hiciste eso sin embargo, te miraste al espejo y pensaste "que maravilloso día para ser feliz"  y en verdad lo era; saliste de tu hogar.

El día se encontraba perfecto; el sol y las nubes estaban en la posición que hacen que en tus labios se dibuje esa sonrisa de tu infancia; caminabas por las calles de tu ciudad, miraste una que otra persona desconocida y hasta llegaste a creer que a lo lejos viste a un viejo conocido pero no te atreviste a saludarle por miedo de caer en la equivocación de que no fuese aquel conocido; regresó ese instinto de leer la hora en tu reloj y como siempre no era la hora indicada, pero no te importó, era un sábado en el que por primera vez el capricho del tiempo no te incomodaba y tenías el presentimiento de que cualquier hora era la hora adecuada; mientras caminabas miraste la inmensidad del cielo y observaste como las nubes se movían e inclusive llegaste a pensar que llovería y con ello llegó ese sentimiento que te ocasiona la lluvia. Un aroma a rosas rojas sedujo tu camino sin quererlo y cuando descubriste que fue a causa del rosal te dijiste -¿En dónde estoy?-  puede que te hayas dejado llevar por esa fragancia como lo hacen los colibríes y  los muertos en agosto por los jazmineros de las casas de los melancólicos, quizás sea imposible de creer lo sencillo que uno se puede dejar llevar por el aroma que impregnan las rosas por las calles para despistar a las personas e inclusive a las más orientadas del mundo; permaneciste por un instante embriagando a tu corazón con el aroma de las rosas hasta que la memoria de tu corazón como una especie de artilugio trajo el recuerdo de lo tanto que detestas el aroma de las rosas en esta época del año; las manecillas de tu reloj comenzaron a sonar una vez más pero creíste que eran las campanas de una iglesia que se encontraba cerca de ahí y supiste entonces que no habías extraviado tu camino, te acercabas cada vez más a lo que tu corazón por primera vez en mucho tiempo te decía, se necesitaba ser valiente para escuchar los consejos del corazón y no los de la razón; te preguntaste -¿a dónde debo de ir?- y cerraste tus ojos para poder escuchar una respuesta y así fue, no supiste si en realidad fueron los latidos de tu corazón o el sonar de las manecillas de tu reloj lo que escuchaste pero al abrir los ojos buscaste de dónde provenía el sonido que tu corazón te indicaba que buscaras y hallaste una pequeña mariposa que volaba cerca de ti, por unos instantes le seguiste con la vista y te hizo pensar que "soñar es la única manera que tiene el hombre para abrir sus alas y aprender a volar"; la mariposa se alejó de ti y decidiste seguirle porque nació una necesidad de ir detrás de ella hasta que le perdiste en un jardín ocasionando una tristeza que lastimaba tu corazón; tomaste asiento en una de las bancas del jardín y miraste nuevamente tu reloj, eran las seis de la tarde menos ocho minutos y te preguntaste -¿Por qué esperar?- cuando la respuesta llegó a ti.

...no sabes con seguridad si sonreírle de vuelta a la persona fue la mejor idea que tuviste pero sabes que sonreír es lo mejor que puede hacer una persona cuando no sabe qué hacer frente a una que provoca una serie de emociones que no se pueden explicar sino sentir; tu corazón comenzó a latir tan rápido que pensaste que saldría de tu pecho porque decidiste caminar hacia esa persona para saludarle y no parecer descortés, buscas alguna señal que te diga que haces lo correcto, la respuesta llega a ti cuando la pequeña mariposa a la que perseguiste aparece frente a ti parada en uno de los tulipanes rojos del jardín, te tranquilizas porque sabes que no hay nada que temer; la otra persona te mira y te sonríe una vez cuando te encuentras frente a ella y te dice -hola, no conocía de este lugar- y tú le respondes -hola, yo pensé que no te volvería a encontrar-, esa persona se sonroja, suelta una carcajada y toma tu mano; entonces comprendes que era verdad lo que te decían tus amigos y tu te negabas a escuchar porque compruebas al fin que el amor siempre regresa a uno aunque no siempre con la misma persona sino con una diferente. Vuelves a comenzar.

       
Licencia Creative Commons
El Despertar del Corazón por Jorge Luis B. Rivera se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivar 4.0 Internacional.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Alas para Amar

Así sabe la Vida

Los Amantes Vagabundos