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                                                                                       A los comienzos. 

La vieja puerta de madera permanecía cerrada frente a mí, en ella se podían observar los daños ocasionados por la muerte que alguna vez cruzó por ella, permanecían también las huellas que dejaron las manos de los años que le tocaron alguna vez; decidí abrirle y no sé si mi corazón o la  puerta crujieron al abrirse una vez más dejando escapar la nostalgia acumulada por los años de olvido, prefiero pensar que fue un lamento por tantos años de abandono y que mi corazón permaneció silencioso; caminé por el pasillo, los viejos retratos permanecían en la pared azul como de costumbre pero los rostros de cada uno de ellos estaban más viejos, no me cabe duda que el tiempo es más caprichoso de lo que creía, seguí caminando hasta llegar a la cocina, nada nuevo, tomé asiento en una de las sillas de madera de aquella mesa "informal" para los días que no vestías el traje, todo permanecía como antes o al menos eso trataba de imaginar; regresé al pasillo principal para subir por las escaleras a las viejas habitaciones, me detuve un instante a mirar por la ventana pero estaba sellada, recordé una tarde de agosto "jamás selles una ventana, le quitarías su razón de ser; no seas tan egoísta en la vida, que suficiente tenemos con la muerte que se lleva lo más amado" sentí lástima por la ventana; llegué a la cima y lo primero que vi fue el librero café obscuro sin un solo libro, todo comienza a ser tan diferente, caminé hacia la habitación principal -¿dónde estás?- pregunté en espera de alguna respuesta mientras tomaba asiento en la cama, quedé frente al antiguo buró, ahí permanecía todavía ese bolígrafo del que volaron mariposas alguna vez y los vestigios de las hojas quemadas para liberarte del amor o como dijiste "si alguna vez quieres librarte del pasado escríbelo y hazlo cenizas", me levanto de la cama por la ansiedad de no hallarte y me pregunto -¿a dónde fuiste?-  y mi corazón late, puedo oírle como al sonido del violín de un sábado por la tarde, camino para salir de la habitación y noto el cuadro con la pintura del tulipán morado que mirabas cuando la nostalgia se apoderaba de ti y decías mientras tu rostro se tornaba serio, como si alguien más estuviese escuchando tu voz  "una vez que llovió en febrero comprendí que existe más de una vida para querer a una persona y que las miradas dicen más que las palabras en las despedidas", permanezco en silencio contemplando aquel cuadro intentando comprender la razón de tu nostalgia pero no lo consigo, existe la probabilidad que cuando de querer a las personas se trata parte de nuestra alma se queda con ellas y de ello que cueste tanto dejar de quererles, no lo sé; afuera de la habitación miro el corredor que conecta con tantas habitaciones e imagino toda la cantidad de historias que esconden detrás de cada puerta mas no me atrevo abrirles; caminé hacia ese viejo librero café donde se hallaban las respuestas a tus preguntas sobre la vida, imitando esa manía por responder a cada pregunta busco tus pensamientos y al parecer no queda nada más que una hoja con esa caligrafía tan tuya que decía "Verano '86" tu letra, siempre te cuestioné la razón por la que cambiabas tu caligrafía y sonriendo me decías "nuestras letras son una de las tantas maneras de conocer el alma de una persona y la verdad es que ninguna de las mías me ha convencido de que se parezca a mi alma".

Trato de recordar pero nada aquí arriba es lo mismo, entre los sueños de un recuerdo están esas dos estrellas a las que miraba y decía que el sueño era la vida y la muerte el despertar. ¿Estoy soñando o he despertado de otra vida? Es necesario mirarme en un espejo corro hacia la habitación más cercana y la mirada cansada, me veo la mirada cansada; me pesa la idea de envejecer, me duelen las tristezas más ocultas de mi corazón, nada de lo que alguna vez creí indestructible sigue firme, el tiempo lo hizo migajas, inclusive mi propia idea de lo que creía ser. ¿Qué es lo que he hecho? Una y otra vez me cuestiono, me torturo, me lastimo; me miro unan vez más al espejo, duele darte cuenta que empiezas a envejecer, de momento las estrellas se vuelven cada vez más inalcanzables que cuando tenías seis; así suele ser la vida pero no me cabe duda que es sueño del que no quiero despertar; escucho que llaman a la puerta, seguramente es la muerte una vez más; bajo por las escaleras y miro la ventana, vuelve a mostrar el exterior, al parecer nunca estuvo sellada, me doy cuenta que mi alma sellada está, irónica verdad que tiñe mi realidad, tanto por vivir, tanto por amar; siguen llamando a la puerta pero el temor del pasado me detiene; miro los retratos de la pared azul, es muy pronto para detenerme por el capricho del tiempo, ha llegado el momento de decirle adiós al pasado y comenzar el hoy. Abro la puerta dispuesto a encontrarme una vez más con la muerte, he decidido despertar. Ella no estaba ahí, ella solo pasó.   


     



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