Café para Llevar

Solo la verdadera Elena sabe la verdad que se esconde en cada línea y le doy las gracias por ser mi cómplice y una gran amiga.

-¿Estás nervioso?- me preguntó mientras encendía su cigarrillo y me miraba con sus ojos serios como si fuese una presa, guardé esa sensación y bajé la mirada -es inevitable cuando se trata de ella- le dije, Elena soltó una sonrisa  y me dijo -eso quiere decir que te importa todavía-, intenté mirarla a los ojos pero no pude y le contesté -no de la misma manera, por su puesto que no-, Elena terminó su cigarrillo y me dijo -¿Y en dónde y a qué ahora piensas verla?-, yo suspiré y le dije -pienso verla donde la última vez que le soñé y a la misma hora en que todos los amores del mundo se reúnen-, Elena encendió el segundo cigarrillo y soltó una gran carcajada y me dijo -¿Y tienes idea de lo que vas a decirle, tienes idea que hace poco en su casa aparecieron unas rosas rojas nuevamente para enamorarle?, me encantaría escuchar cada una de tus palabras  pero sobre todo estar ahí para que tengas con quien llorar-, le miré a los ojos al fin y le contesté -mi corazón ha callado durante tres lunas y tiene tanto que decir que temo que dejará su buena cortesía y gritará todo lo callado, también sé lo de las rosas rojas pero necesitaré mirar sus manos y encontrar nuevas cicatrices para confirmar lo que las estrellas me dijeron mientras caminaba por las calles de recuerdo y nostalgia y Elena mía no te preocupes por mí que el día soleado me advirtió esta mañana lo que iba suceder-, Elena me miró con ojos de tristeza y me dijo -eres mi mejor amigo Raúl y no quiero que te vuelvan a dañar, hace unos días me hablabas de una nueva persona y mírate estás en una cita con el pasado-, las palabras de Elena eran verdaderas y sinceras yo le solo le pude decir -no podía jugar con los sentimientos de una persona,  ni en mis peores tiempos; y me di cuenta que, cada vez que la miraba no pasaba nada, solo miraba unos pequeños ojos que escondían dolor y desconfianza; puede que el pasado me haya ganado la carrera y por eso nos veremos hoy; no lo sé Elena-, ella me dijo -las aves han comenzado a volar a sus nidos se acerca la hora en que los amores del mundo se reúnen pero antes de que te marches quiero advertirte que, una tragedia sucederá; y que simplemente no la conoces, no solo basta con mirar a los ojos, tan inocente e idiota como un niño de seis años te has dejado engañar que tus ojos ya no ven bien; suerte Raúl que el desamor  es una enfermedad y deberías saber que vas a morir muy pronto Raúl, acabará contigo, como ha terminado con los hombres que le padecen, mucha suerte Raúl-, me levanté y le dije -te equivocas amiga mía;  el viento me ha dicho cosas sobre ella y no me equivoco en su mirar y no moriré pues en mi sueño el pasado olía a jazmín-.

Fue hasta esta mañana que me di cuenta de todo mientras mi último cigarrillo terminaba, quizá no debí pensar mucho sobre todo lo sucedido, quizá debería dejar muchas cosas, entre ellas, el mal hábito de fumar, pero sobre todas las cosas el mal hábito de dejarme llevar por sus ojos, mas el sueño que tuve fue tan tangible para mí que le dije a las flores de mi jardín que quizás debía hacerlo realidad y el jazminero de mi casa me dijo que si el perfume de sus flores aparecían con ella en mi sueño, el desamor no me enfermaría pero debía andarme con cuidado pues en febrero suelen volar las aves de la desgracia y la ilusión, pero no me importó, le escribí una carta al pasado y me respondió con un "sí".

Aquí estoy sentado esperando a que tú llegues de la mano del pasado; me peiné con ilusión y me perfumé con la lluvia del año pasado cuando solía ser feliz en agosto; estaba preparado para la ocasión; pensé que posiblemente tú eras mi persona ideal, pero me dí cuenta de mi falacia y que los ideales no existen cuando se trata de ti, simplemente porque para mí no eres ideal, eres tan solo tú; son las 6:48 y ya te empiezo a querer y esto de quererte no es cuestión de tiempo sino de casualidad así como cuando uno espera el día soleado y llueve mientras no estás abrigado; como la primera vez que te miré a tus ojos y supe que eras especial, pero jamás me imaginé que tomaríamos la calle del amor a destiempo. Eran 7:20 y le dije al mesero -al parecer el pasado se quedó en el ayer como siempre, me gustaría pedir mi café para llevar- él respondió - por su puesto señor, lamento que su cita no llegara-; cuando sucedió, ella llegó y no fue a primera vista sino a primer sonrisa el "te quiero" que nos dijimos; ella tomó asiento frente a mí y me dijo -desde hace una carta que no te veo-, suspiré y le contesté -yo no te he visto desde la última vez que la escribí, pensé que no llegarías-, ella me miro y yo evité su mirada y me contestó -me has citado a la hora en que los amores del mundo se reúnen y he llegado a la hora en que llegan los amores de toda la vida, solo un poco tarde para quien tanto espera-, le miré a los ojos y tenía tanta razón, ella era uno de mis amores de toda mi vida, le respondí con la mirada fija a sus ojos y ella evitó mis ojos -entonces has llegado a una hora más acertada que hace tres lunas- , ella me dijo con voz suave -al igual que tú llegaste, solo que eramos dos extraños jugando a quererse en secreto- , solté una carcajada -si no hubiese sido secreto la lluvia en agosto no hubiera mojado nuestros corazones-, ella dijo -sí fue secreto porque las estrellas no me avisaron nada de tu amor hacía a mí-, bajé mi mirada y le dije -supongo que debí mandar rosas rojas para que lastimaran tus manos y sintieras cuánto te quería-, ella me dijo con voz seria -te han dicho lo de las rosas y ten por seguro que no tomé las rosas de mi casa pues las heridas no terminan de sanar, aún sigo sintiendo-, le miré a los ojos y le dije -hace poco compré un jazminero para que en las noches pueda oler el pasado- ella me miró y me dijo -creí que con el tiempo te darías cuenta que el aroma del jazmín siempre sale por las noches cuando piensas en mí y en ti, cuando piensas en el nosotros que nunca floreció en invierno por culpa de tu estúpida indiferencia y mi espantoso orgullo-, yo  le miré y le dije -la lluvia nunca es indiferente, siempre moja los corazones y el amor más-, ella sonrió y me dijo -supongo que es un para siempre y que nuestro amor pudo ser tan grande que hasta en las estrellas y el café se puede leer-, yo la miré a sus ojos, tomé su mano y dije -perdón por hacer que una rosa te lastimara; y supongo que sí, es un para siempre que ni la misma muerte podrá vencer, porque es un amor de esos que las estrellas escribieron para siempre leerse en agosto, también quiero que sepas que sé muy bien que el tiempo pasó, sé muy bien que el camino es diferente ya, pero te pido que me recuerdes como el posible gran amor de tu vida como yo planeo hacerlo contigo-, ella me dijo -ten por seguro que siempre lo serás y que quizás cuando llueva en febrero me de cuenta de todo lo que no fue-, ambos reímos como la primera vez que nos conocimos.

Llovió en febrero y ambos nos mojamos de una nueva ilusión.

Dedicado a ella.


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