Verdades de un Recuerdo

Dedicado a mi edad y a mis seres más queridos.

Las paredes son grises y silenciosas nunca lo había notado, por un momento me pude imaginar las paredes  llenas de colores y de ruido, pero no cabe duda que todos los secretos que guardan en su silencio perpetuo se debe a lo peligroso que puede resultar para uno la verdad, quizá años atrás esta casa se veía más bonita, ahora el único color que tiene son los viejos árboles que viven en ella, el tamaño es adecuado para que en ella habiten más de diez personas, pero no lo suficientemente grande para que yo pueda vivir en ella, no obstante me conformo con ello, los muebles están cubiertos de una capa de polvo, dicen que los seres humanos venimos del polvo y estamos destinados a ser polvo después de morir, es por eso que no me atreví a quitar el polvo de tan antigua casa, no me atreví a quitar a los antiguos inquilinos de su casa, espero que al morir el próximo inquilino no me corra a mí y los viejos inquilinos.


-Sigo sin saber la razón de la adquisición de tan antigua casa-  le dije mientras bebía un poco de café, le mire fijamente a sus ojos en la espera de alguna respuesta hasta que sus labios respondieron con tono dulce -¿sigues sin saber la razón por la cual compraste una casa antigua y llena de polvo? eres una persona que no se atreve a decirle adiós al pasado y además, poseer tan antigua casa ha sido un capricho desde nuestra infancia- le miré de una forma cariñosa y suspiré diciéndole -nuestra infancia, no cabe duda que el tiempo no pasó en vano por nosotros, recuerdo cuando me regalaron un reloj el día que ingresé a la universidad, uno de esos con manecillas plateadas y números romanos, me dieron una verdad tan dolorosa, me dieron un reloj para saber que la hora de morir se acerca- sus ojos se tornaron serios y a la vez expresaron preocupación, dio un suspiro profundo como cuando uno recuerda algo, dio un suspiro lleno de nostalgia y me dijo -siempre te ha gustado filosofar y siempre has amado tanto la vida, aún recuerdo tu cumpleaños número veinte, me preguntaste días antes qué se sentía dejar los diecinueve, yo te respondí que aún faltaba para que cumplieras dicha edad y me abrazaste, desde ahí conocí  tu mayor miedo, te aterraba la idea de morir, ¿nunca dejarás de temerle a lo que vive contigo?- mis ojos se tornaron serios y mi boca se secó ante tal pregunta que tuve que terminar con mi café para poder responder a ella -fue entonces que decidí escribir, para poder vencer y matar a la misma muerte, librar de la muerte a ti, a mi madre, a mi padre, mis hermanos, mis amigos, todos mis seres queridos- una sonrisa se pintó en tus labios -el día que te creas preparado para morir dejarás de escribir, pero me temo que ya será muy tarde, pues la gente te inmortalizará, como ya lo ha hecho conmigo y  es por eso que sigo hablando contigo después de muerta, viejo sabio querido- coloqué el cuadro con la fotografía de mi mejor amiga y compañera de mi infancia, lloré una vez más su muerte y la de todos mis seres queridos. 
Licencia Creative Commons
Verdades de un Recuerdo por Jorge Luis B. Rivera se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivar 4.0 Internacional.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Alas para Amar

El Despertar del Corazón

Te Quiero