Noches de Silencio

Se levantó muy temprano, estaba sudoroso, otra vez la misma pesadilla, al menos eso le decía a su mujer, sin embargo él sabía que no era una pesadilla, era una realidad que noche tras noche le estaba volviendo loco. -Ya te dije que visites al cura y le cuentes, no vaya ser un demonio-, -de ningún modo Socorro, yo no creo en eso-, -haz lo que quieras, no le hagas caso a tu mujer Aarón, pero cuando te vayas al infierno te arrepentirás-, - ¿Arrepentirme? Lo dudo Socorro, pero si el infierno del que tanto hablas existe, será un placer estar contigo-, -Eres un ingrato Aarón, que Dios te perdone- , -espero que también a ti, mi amada Socorro-. Era tarde para salir a trabajar, la pelea con Socorro le había quitado demasiado tiempo, pero una sonrisa le invadía pues había logrado lo suyo.

Al llegar al centro del pueblo, miró la iglesia y se dijo - ¡Mi amada Socorro, si tus palabras fueran ciertas sería el hombre más feliz del mundo, pues incluso después de la muerte seguiríamos juntos!-, siguió caminando para llegar a su negocio, él era carpintero, su padre le mostró el oficio a todos sus hijos, pero él fue el único que hizo caso; siempre le hizo caso, quizá por miedo. Al llegar a su negocio el cura del pueblo le esperaba, -¡Aarón al fin has llegado!-, con una voz seca y firme respondió -Buen día, ¿Quién es usted?-, Aarón mentía era de su conocer quién era, el cura sorprendido respondió -Soy el cura del pueblo, me llamo Pío, tal vez no me conozcas porque no vas muy seguido a escuchar la palabra de nuestro Señor, yo a ti te conozco por tu mujer Socorro, una de las más fieles creyentes-, contestó -Disculpe usted por no asistir tan seguido a las juntas que nuestro Señor alcalde del pueblo ha hecho, pero dígame la razón de su visita-, el cura suspiro y dijo -En el pueblo se habla de que eres un hombre no creyente y hoy lo confirmo con tus palabras, me sorprende que seas hombre de mujer creyente, pero al final todos tus pecados pagarás-, una sonrisa invadió la cara de Aarón y respondió -En el pueblo se hablan muchas cosas cura Pío, tal vez todos aquellos que son creyentes como mi mujer deberían ser más creyentes en ellos mismos antes de creer en alguien más-, el cura respondió -las bancas de la iglesia necesitan que las reparen y dado a que eres el único carpintero del pueblo acudo a ti-, Aarón dijo -muy bien mañana al amanecer me tiene ahí-. El cura se fue.

-Aarón te he dicho que no me gusta el olor de tus cigarrillos-, Aarón apagó el cigarrillo y respondió -Socorro te he dicho que no me gusta el olor de tu incienso- Socorro le dijo -dicen que te vieron hablando con el cura del pueblo, me alegra que prestaras atención a mis palabras y le contaras de tu mal sueño- Aaarón le miró fijamente -no mujer no hable con él de mi mal sueño, él me pidió que fuera mañana a reparar las bancas de la iglesia-,  Socorro sonrío -que noble tarea te ha otorgado el cura Pío, espero que aproveches el tiempo con él para contarle de tu mal sueño-.

Se levantó muy temprano, estaba sudoroso, otra vez la misma pesadilla, Aarón con voz suave dijo -Socorro me voy a trabajar-, su mujer le contestó -anda nada pierdes, Aarón dile al cura por amor a Dios-, Aarón salió de su casa sin decir nada y en el silencio de su habitación Socorro se dijo -Aarón rezaré por ti, rezaré por tu salvación-.

Llegó a la iglesia, mientras la voz de Socorro se le vino a la mente y por un momento la idea de decirle  al cura de su pesadilla, suspiró y tocó la puerta. -Buen día hijo, pensé que no cumplirías con tu palabra-, la cara de Aarón se puso seria y contestó -Buen día Pío, yo siempre cumplo mi palabra y antes de comenzar le aclaro que usted no es mi padre, así que de favor no me llame hijo-, el cura Pío respondió -Al fondo a la izquierda están las bancas que necesitan de tus manos pasa por favor,  y disculpa la costumbre,  no volverá a suceder-. Aarón comenzó a trabajar, el olor del incienso invadió toda la iglesia y con él un nombre vino a su mente Socorro, ya era muy noche, eran muchas bancas, no se atrevió a dejarla sola tan noche;  Socorro llegó a la iglesia; era la soledad, nunca le había agradado. Aarón iba a casa, Socorro entró al altar de la iglesia, se persignó y las puertas de la iglesia se cerraron, alguien pensó que era Aarón, pensó que era bueno que Aarón visitara el altar. Aarón llegó a casa -¿Socorro estas ahí? ya llegué, perdón por tardar-  dijo  con voz amorosa; nadie contestó, el rosario y biblia de Socorro no estaban; -la iglesia- pensó Aarón, apresuró el paso; a lo lejos vio una multitud en la iglesia, Aarón comenzó a correr; comenzó a llorar.-¡La iglesia se quemó, la iglesia se quemó!- la gente gritaba y lloraba; Aarón llegó, el cura Pío le vio a los ojos, Aarón lo sabía, Socorro estaba muerta. -Lo siento mucho Aarón- dijo el cura. -Usted la mato, usted es el culpable de todo- gritaba Aarón. Al día siguiente Socorro fue enterrada como buena cristiana, solo quedó su rosario, solo quedó el recuerdo, un recuerdo doloroso en la mente de Aarón. Aarón dejó el pueblo;  se llevó el el recuerdo y rosario de su amada; su luto guardar silencio en las montañas, construyó una casa, construyó su exilio. Nunca más tuvo la pesadilla. 

Una neblina invadió la casa de Aarón, le recordó al incienso de Socorro, recordó su pesadilla; vio a su amada Socorro en el altar de la iglesia, ella le decía -Aarón vine a rezar por ti- mientras un cura le prendía fuego y cerraba las puertas de la iglesia. 

Aarón prendió un cigarrillo y las ideas se fueron al cielo, una lágrima y las emociones se impregnaron en su piel, una palabra y el silencio se extrañó. Comenzó a rezar.



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