Después de Ti

A quien corresponda: 
Siempre he creído que la vanidad es un gran error que tenemos los seres humanos, por eso te pido disculpas si piensas que eres parte de la historia y alguna línea te llega herir o a ilusionar, sin embargo si esto sucede no fui yo quien te hirió o ilusionó sino tu vanidad y ahí la razón de mi disculpa, me disculpo contigo por no escribirte a ti pero sobre todo por aún no hacerlo.

Yo siempre pensé que algo así nunca me sucedería, era una mañana de abril en la que conocí a una de las personas que cambió mi vida, se llamaba Ana, mi amada Ana; recuerdo que llevaba puesto un listón rosa que le recogía su cabello castaño, aquel listón que siempre provocó cierta ternura en mí mas no tanto como sus ojos llenos de inocencia con los que solía mirarme y decirme a través de ellos "te quiero".

Ana era una persona a la que quise de una manera tan sincera, Ana no era como cualquier otra a la que solo invitas un par de veces a salir o le dices que es linda, pues ella era realmente especial para mí, en ella hallé el amor del que todo hombre trata de escapar por miedo a la crítica y que seguramente toda mujer sueña; Ana se convirtió en verso, en la razón para regalar flores en cualquier día de la semana, en las puestas de sol de mi vida, en una estrella en medio de una noche abismal, en un pensamiento que provocaba infinita alegría, simplemente en todo.

Llegó una mañana de invierno a nuestras vidas, de esas tan frías que terminan con todo lo que se encuentran y me temo que el frío llego a nuestros corazones pero sobre todo que nada es para siempre o mejor dicho, lo nuestro no era para siempre, el destino es la única manera en la que puedo justificar la separación inevitable y he de confesar que no pude evitar sentirme estúpido por todo lo que le dije y no supo valorar, recuerdo que tomé su mano un par de veces por la calle y pude vivir la maldita sensación de tocar su mano y sentirla distante, fue una lucha mutua en la que la esperanza se agotó una tarde de enero, Ana llevaba puesto el listón rosa que tanto me gustaba, por un instante tuve miedo mas conseguí el valor para decirle que no podíamos seguir viviendo una dulce y dolorosa mentira, comenzó a llover, la lluvia me hizo pensar que el amor es como la lluvia, mucha gente huye para no mojarse y poca se atreve a quedarse y mojarse un poco, he de confesar que la lluvia me ayudo a disimular mis lágrimas, dejé a mi Ana, siempre la amaré.

Llegó nuevamente la primavera, los árboles volvían a tener color y mi vida también, por fin pude dejar de pensar en Ana pues se convirtió en un recuerdo, no quise saber más de amor por mucho tiempo, todos los jueves de la primavera salía a beber café con la compañía de mis cigarrillos y pensamientos, disfrute la primavera y cada uno de sus colores, dejé de necesitar a alguien para ser feliz. 

Terminaba agosto y las lluvias querían adelantar la llegada de septiembre, las jacarandas de septiembre me provocaron melancolía y al principio me refugiaba en mi habitación donde podía observar la lluvia caer pero dejé de hacerlo hasta que una tarde la lluvia no fue de septiembre sino de enero, Ana lloraba y yo también, todo era tan real y doloroso, me dí cuenta que el encierro en  mi habitación no fue lo más adecuado, hallé un nuevo refugio, la biblioteca de mi ciudad llena de gente silenciosa pero sabia,  todos los días seleccionaba un libro de José Emilio Pacheco hasta que un día sin querer fui a parar a la recepción, nunca he creído en las casualidades hasta aquel día en el que hallé a  una persona que al parecer se encontraba sentada por la misma razón que yo, me preguntó mi nombre y con solo escuchar su voz pude saber que era demasiado linda para mí, era demasiado ideal, era como ninguna, era diferente al listón rosa que laguna vez conocí, mi estómago se estremeció al verle a los ojos pues en varias ocasiones le había visto pero solo como una persona más al igual que yo en la biblioteca, me creí loco por pensar todo eso, respondí, sucedió un silencio que pareció una eternidad, me estaba enamorando de una extraña, me senté a su lado su perfume llegó a la memoria de mi corazón, días que nunca volverán, la volví a mirar a los ojos, se sonrojó, de pronto alguien tomo su mano, no había notado que había alguien más sentado junto a ella, demasiado pronto para enamorarme una vez más, pero no lo suficiente para ilusionarme, traté de mirar a otro lado y solo encontré un florero con rosas blancas, pensé ella  no es linda, es algo más que eso y eso es lo que quiero, estaba listo una vez más para querer a alguien más, ambos nos levantamos, ella me miró tiernamente yo solo respondí, "después de ti".


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Después de Ti por Jorge Luis B. Rivera se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivar 4.0 Internacional.

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